Encontrábanse los reyes católicos don Fernando y doña Isabel ocupados en el sitio de Granada, cuando llegó á ellos Alonso Fernandez de Lugo solicitando la venia real para emprender la conquista de las islas de Tenerife y la Palma, únicas del archipiélago que no cobijaba el pendón de Castilla.

La reina doña Isabel, que poco tiempo después había de prestar también su concurso al ilustre genoves que dio un mundo á España, el cual ésta no ha sabido conservar, acogió el provecto de Fernandez de Lugo y mandó se le despachase patente de Capitán General de las Conquistas de Canarias, desde cabo Guer hasla B de Bojador en el contineute de Africa; todo bajo ciertos pactos y condiciones.

Llegó el general Lugo á Gran Canaria con dos navios bien equipados de gente, armas, víveres, etc., y asoció á su vasta empresa considerable número de gentes de armas que en las islas ya sometidas se encontraban y muchas de las cuales habían á su lado combatido en la conquista de la Gran Canaria.

Fernandez de Lugo fué de los capitanes que vinieron con el general Juan Rejón. Encontróse en las más sangrientas refriegas y había sido nombrado por Pedro de Vera alcaide del castillo de Agaete. En esta residencia, á la par que ocupado en el cultivo de los terrenos que en los repartimientos le tocaron, concibió su proyecto de conquistar las islas de la Palma y de Tenerife: la corta distancia á que esta última se halla de la entonces residencia de Lugo, hacía que constantemente la viese ante sí, como desafiando con su elevado Teide el poder de los europeos.

Después de más de un desastre para las armas cristianas y de muchas peripecias, Tenerife y la Palma fueron sometidas á la corona de España. Los naturales dieron repetidas pruebas de amor á la independencia de su país, y de un valor de que se cuentan raros ejemplares. No era menor el de los invasores; pero no se distinguieron éstos por otras dotes, cual cumplía áquienes de caballeros y cristianos se preciaban. El mismo Lugo ha sido duramente calificado por cronistas imparciales.

Concluida la campaña, dedicóse Fernandez de Lugo á la organización del país, procurando el desarrollo y explotación de sus riquezas naturales. Dio en esto pruebas de hábil administrador, como antes las diera de experto capitán.

Murió el primer Adelantado de las islas Canarias, Capitán General de la costa de África y Gobernador perpetuo de la Palma y de Tenerife, don Alonso Fernandez de Lugo, en el año de 1525, y fué sepultado en la nave de la iglesia de San Miguel de las Victorias, Convento de religiosos de San Francisco.

Creada por decreto de 19 de Junio de 1844 la «Comisión de Monumentos artísticos y anjueológicos» de esta Provincia, presentó el vocal de la misma don Francisco M.ª de León una curiosa memoria de la que extractamos los siguientes parrafos:

«La tercera de las atribuciones confiadas á V. SS. por S. M. es la de rehabilitar los panteones de reyes y personajes célebres ó de familias ilustres, y trasladar sus reliquias á parajes donde estén con el decoro correspondiente; y como sería extender este papel más allá de los límites á que debe ceñirse, hacer el catálogo de los personajes cuyas reliquias merecen, por recuerdos que han dejado, salvarse de la barbarie y ferocidad con que se han destruido los sepulcros en que descansaban en paz, habiendo habido en nuestros tiempos en nuestras mismas islas hombres tan avaros que han especulado con el santo y respetable polvo de las tumbas; me limitaré á indicar algunas buenas ideas, que V. SS. sabrán explanar, por que los considero tan poseídos como yo lo estoy de celo por las glorias de nuestra patria.

Cuando andando los tiempos se lea la historia de las Canarias, y se admire el valor de los caudillos que, impulsados por las Ideas dominantes en su siglo,se lanzaron al Océano ansiosos de acometer empresas grandes; cuando se admire el mérito contraído por los esforzados guerreros que, después de haber dado cima á la gloriosa conquista de Granada, vinieron á sojuzgar á Tenerife, y se pregunte, como es muy natural, dónde existen los huesos de Alonso Fernandez de Lugo, conquistador, poblador y primer Adelantado; la respuesta que haya de darse, señores, cubrirá de vergüenza á la generación achual, si V. SS., cumpliendo con la orden de S. M., no reparasen ahora la infamia que se ha venido consintiendo.

Con efecto, baldón y muy grande sería que se dijera: Esos huesos venerandos han sido esparcidos en polvo sobre los campos: ese sepulcro que dotó el Adelantado en la iglesia de San Miguel de las Victorias de la ciudad de la Laguna, fué destruido por el arado: el solar del templo lo vendio el erario público por míos tres mil reales en papel que reilucidos á dinero no pasaron de una onza de oro, pagada en ocho plazos: sobre aquel sepulcro, y sobre los sepulcros de los compañeros esforzados de Alonso de Lugo, sobre los sepulcros de los fundadores do las primeras casas de la isla, y sobre el polvo de sus huesos, especula el mezquino interés individual bajo el tupido velo de la más consumada ignorancia; siendo lo más digno de llamar nuestra atención que los descendientes de aquellos héroes, los que se precian de componer nuestra aristocracia, no hayan reclamado como debían, no hayan indicado en ese mismo Ayuntamiento de la Laguna, qué tan cuidadosamente conserva el pendón de Tenerife, y de cuya corporación siempre han formado parte, que sería del mismo modo honroso á la patria la traslación de los restos de Alonso de Lugo á un nuevo decoroso sepulcro; y se hayan sometido impasibles á la dura pena de pasar en las generaciones venideras como miembros de una aristocracia degradada...

Si señores; los sepulcros de los hombres célebres son ornamentos de gran precio en las ciudades, y no cumpliríamos la misión que S. M. nos ha encargado, si podiendo tal vez aún reparar el mal, con respecto á las reliquias mortales del Adelantado, no lo reparásemos. La que fué iglesia de San Miguel dé las Victorias es ya, como V. SS. saben, una huerta particular; pero hasta ahora, contento el propietario con la superficie sobrepuesta al nivel de los sepulcros y que ha sido formada con los escombros del incendio, no ha emprendido, como podrá hacerlo, una sorriba con la que, penetrando el arado hasta el centro de las tumbas, se romperán unos esqueletos que hace más de tres siglos descansan en paz. Aprovéchense, pues, estas circunstancias: téngase presente el testamento de Alonso Fernandez otorgado en 13 de .Marzo de l520, en que señala el paraje de su sepultura en la nave de la iglesia que había fundado y mandado edificar: ténganse presentes los documentos del archivo de aquel convento que paran en la Oficina de Amortizacion, y donde consta cuándo y á qué punto fué trasladado en la capilla mayor: tómense noticias de las personas ancianas que vieron la capilla y conocieron el sepulcro: escávese éste, practicándose antes las diligencias judiciales necesarias para prueba de la autenticidad del liecho, y dispóngase por último una traslación precisa á la suntuosa tumba que de nuevo se labre á costa de los fondos Provinciales en la Catedral de la Laguna, verificándose esto con todo el aparato religioso, civil y militar que corresponde; y de esta suerte daremos principio de un modo digno al encargo que se nos ha hecho.»

No sabemos si otro antes que el distinguido erudito autor de las anteriores líneas, años há fallecido para mal de las letras canarias, levantó su voz en favor de la reparación debida á la memoria de Lugo; pero sí que en 1860, y por iniciativa creemos del finado Canónigo doctoral de la Catedral de la Laguna don Valentín Martínez, hijo de la isla do Fuerteventura, se llevó á cabo la exhumación de los restos del Adelantado, que, aunque no cómo debieran, se han conservado en la capilla del Cristo de la Laguna.

Por fin ha venido á realizarse el pensamiento del señor León por la iniciativa del General Weyler, distinguido Jefe militar de esta Provincia. Los restos de Fernandez de Lugo reposan ya en severo y artístico mausoleo en la Iglesia Catedral de la Laguna.

Por terminada pudieramos dar la anterior noticia si la curiosidad de los lectores no nos obligasen á decir algo de los actos que con motivo de las traslación de los restos han tenido lugar.

Como en sus mejores dias se encontró la antigua ciudad. Todo conspiró á ello. Es el principio de la buena estación y centenares de familias de esta capital se apresuraron á tomar sitio. De otras poblaciones de la isla la gente afluía á millares; y todos, aún los que no podemos aceptar como buena la conducta de los valientes conquistadores, allí fuimos como para tomar parte en la fiesta: que, de todos modos, ellos nos trajeron la civilización en la bodega de sus buques.

Pero ocupémonos de los actos, dados previamente á conocer por la Junta Organizadora, que se han verificado en los dias último del pasado mes y primero y segundo del corriente.

En la mañana del dia 31 del próximo pasado Julio fueron, en la Iglesia del Cristo, colocados en capilla ardiente con los honores de Capitán General de Ejército fallecido en plaza con mando en Jefe, los restos del Adelantado.

Algunas horas después, el salón de actos públicos del Instituto Provincial y las galerías bajas del espacioso edificio que éste ocupa, llenábanse de distinguidas damas y cablleros. Se trataba de una solemnidad literaria.

La Sociedad Económica, que ha tomado parte principal en la celebración de éstas que podemos llamar fiestas del Adelantado, celebraba pública sesión para hacer entrega de los premios del certamen por ella convocado.

El señor director de la patriótica Sociedad, Dr. D. Domingo Darmanin abrió la sesión con un notable discurso, y rotos después los sobres que encerraban los nombres de los autores de los trabajos premiados y leídos por D. Patricio Kstévanez los que estaban escritos en verso, se hizo entrega de los premios. Estos fueron: á D. Antonio Zerolo, primer premio (pluma de plata); á D. José Tabares y Bartlett, otro primer premio (pluma de plata); y á D. Patricio Perera, accésit.

Un trabajo en prosa de D.Felipe Poggi obtuvo también accésit.

A continuación pronunció D. Francisco Hernández Sayer, en nombre de la Sociedad Instructiva, un bellísimo discurso, en el que se vio los progresos que en el arte de la oratoria hace este aprovechado joven; y levantó la sesión el señor Darmanin con breves palabras de agradecimiento á la concurrencia.

Con luchas por la tarde y paseo en la plaza del Adelantado por la noche, terminó este primer dia.

En el segundo de los festejos y primero del mes tuvo lugar la traslación de los restos del Adelantado.

La comitiva, compuesta del Ayuntamiento, autoridades superiores de la Provincia, Junta "Organizadora, Comisiones de Corporaciones y Sociedades, parientes del Adelantado, etc., etc., salió de las Salas Consistoriales conduciendo el pendón que sirvió á las huestes españolas de la conquista de Tenerife; y después do unirse á ella en la Catedral el Cabildo, clero parroquial y cofradías religiosas, pasó á la iglesia del Cristo. Cantóse allí solemne responso, y colocados los restos de Fernandez de Lugo en un magnífico carro fúnebre que tiraban cuatro soberbios caballos negros convenientemente enjaezados marchando al frente otro caballo con manta ostentando el escudo de armas del conquistador, púsose en marcha el cortejo hasta llegar á la Catedral, atravesando las calles "de Alamos, San Agustín, Agua, plaza del Adelantado, calles de la Rosada y de la Carrera.

Llegado el cortejo á la Catedral, dijose una solemne misa con acompañamiento de orquesta, y pronuncióse una oración fúnebre—que no oímos, pero de la que se han hecho grandes elogios—por el canónigo doctoral D. Silverio Alonso del Castillo, después de colocados los restos en el túmulo al efecto elevado en la Catedral.

Terminada la ceremonia, fueron encerrados aquéllos en el mausoleo que se construyo en la misma iglesia, y del que nos ocuparemos al terminarse:

Hicieron los honores de ordenanza el Batallón Provisional y el destacamento de Artillería que guarnecen esta capital, y los Batallones de la Laguna y de la Orotava.

Por la noche, paseo en la plaza del Adelantado, que se hallaba iluminada á la veneciana.

En el dia dos las bandas de música recorrieron las calles en las horas de la mañana; destribuyéronse después limosnas á los pobres, por la Esclavitud de San Juan Evangelista; corrióse la sortija, y por la noche paseo de nuevo.

Al mismo tiempo la Sociedad Instructiva celebraba su anunciada velada literaria ante un escogido y numeroso concurso en el salón del Instituto.

Presidía el acto D. Antonio Zerolo. Después del discurso de éste inaugurándola, hicieron uso de la palabra, entre espontáneos aplausos, los señores Peña y Real, Cúllen, Perera (para leer unos inspirados versos), Hernández Sayer, Alonso del Castillo (D. Silverio) y Fernandez de Béthencoürt.

Breves palabras del señor presidente terminaron la sesión, que dejó los más gratos recuerdos.

La orquesta de la Sociedad Filarmónica prestó su valioso concurso á esta fiesta de la inteligencia, lo mismo que á la que la Económica había celebrado dos dias antes.

La Laguna hallábase vestida de gala en estos dias. Seis arcos y un templete se elevaban en la carrera que recorrió el fúne bre cortejo. Las plazas del Adelantado, Concepción y Catedral, esta última con trofeos militares, encontrábanse perfectamente adornadas; las casas particulares luciendo cortinas; etc.

Pero algo mereció, más que nada, la atención de los amantes de lo bello. El buen gusto artístico se dejaba ver en el túmulo de la Catedral y en el carro fúnebre: éste fué costeado por algunos descendientes del Adelantado que aquí residen. La enhorabuena á D. Marcelino Oráa por la acertada dirección de las obras citadas y por la del arco de la Sociedad El Porvenir. Pero otro arco merecería un buen premio, si de concederlos se tratase: el de la Sociedad La Humanitaria.

En conjunto. Los actos con que en la Laguna se ha solemnizado la traslación de los restos del Adelantado Fernandez de Lugo, han dejado á todos satisfechos: puede estar seguro de ello la Junta Organizadora.

Afírmase que unas ocho mil personas han visitado estos dias la vecina ciudad.

08/08/1881 Revista de Canarias Nº 65 página 15-16.